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Abrió la puerta el señor y se encontró con un grupo de milicianos armados que, sin presentación alguna ni petición de permiso, se limi– taron a decir que iban a efectuar un registro, se colaron dentro y em– pezaron a registrar minuciosamente las habitaciones. Cuando llegaron a la habitación donde estaban las religiosas y abrieron la puerta, la Madre Inés y Sor M. del Carmen se mantuvieron externamente serenas. Acostumbrados a descubrir en las familias a re– ligiosas camufladas de seglares, les dijeron a bocajarro: "Vosotras sois monjas". "Sí, para servir a Dios" -contestó la Madre Inés por las dos. Los milicianos recibieron la contestación de la religiosa con un montón de frases soeces y blasfemas que por delicadeza omitimos. No hubo más diálogo. Finalizado el encuentro con las religiosas, los milicia– nos abandonaron el piso sin dejar traslucir cuáles eran sus intenciones. Antes de seguir adelante con nuestra narración, sobre las vicisitudes por las que pasaron las dos religiosas hasta su muerte, queremos encua– drar este registro de los milicianos dentro de los acontecimientos socio– políticos que se vivían aquellos días en Madrid. En la retaguardia tenía siempre repercusiones inmediatas la marcha de las cosas en el frente. Los quince primeros días de agosto del 36 no fueron precisamente días para el optimismo en las tropas del Frente Po– pular. Las columnas de los llamados "nacionales" que habían salido de Sevilla en los últimos días de julio, estaban ya en Extremadura. Se hicie– ron fácilmente dueñas de las dos provincias extremeñas después de ven– cer la resistencia ofrecida por los rojos en Badajoz. Una de las columnas se dirigía ya a Toledo para liberar el Alcazar y las demás, sin encontrar apenas resistencia, avanzaban por la carretera de Navalmoral de la Mata y Oropesa hacia Madrid. Los descalabros de "los rojos" en los frentes, contribuían a que en la Capital aumentara el clima de nerviosismo, rabia y deseos de revancha. Las víctimas de estas pasiones desatadas eran los sacerdotes y religiosos y todo el que no estuviera en posesión del carné del Frente Popular. En la segunda quincena de agosto y primera de septiembre, coinci– diendo con la aproximación de los ejércitos nacionales a Madrid, ocu- 259
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