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humilde y de lo natural y sencillo. Fue siempre enemiga de todo lo que pudiera reportarla alguna notoriedad o relumbrón. Para encontrar una imagen de lo que en realidad fue su vida de religiosa ejemplar, tendríamos que recurrir a las violetas que florecen abundantes durante la primavera en los huertos de su pueblo, apenas se repara en ellas, hasta que delata su presencia con el suave perfume con el que nos envuelven y regalan. Durante los diez años de profesa trabajó siempre en la huerta. No era el puesto laboral más solicitado por las demás religiosas, porque es un tra– bajo sucio, exige vigor físico y afrontar las inclemencias de la climatología. Sor María del Carmen tuvo siempre la huerta cuidadosamente aten– dida, sin repugnancias por el calor sofocante del verano o el cierzo, las lluvias y las heladas del invierno. Gracias a esta disposición amorosa y sacrificada, las monjas tuvieron siempre y en abundancia toda suerte de hortalizas fres– cas. Conocía muy bien el oficio, lo que debía de cultivarse en cada estación del año en la huerta, porque procedía de una familia de labradores. La sencillez y minoridad demostrada en la aceptación de oficios, lo llevó Sor María del Carmen a su trato con las religiosas. Huía de todo lo que pudiera reportarla alguna notoriedad en la comunidad o que las demás se fijasen en ella. Fue siempre -lo resaltan sus compañeras- exacta cumplidora de los actos de comunidad. La primera que estaba siempre en su puesto del coro, pero lo hacía con una discreción y sencillez que no llamaba nunca la atención, aunque, como es lógico, no dejaba de tener su impacto de ejemplaridad. Su manera de ser sencilla, espontánea y acogedora debió tener mucha influencia en todo lo que vamos a decir a continuación sobre sus relaciones con los obreros a su servicio como ayudantes en la huerta. Las Concepcionistas de El Pardo tienen una hermosa huerta, de tie– rra fértil y de bastante extensión que rebasa desde luego la capacidad de trabajo de una sola persona, aunque esta sea tan fuerte y avezada al tra– bajo manual como Sor Mª del Carmen . Por esta razón, la Madre contra– taba siempre a algunas personas de fuera que le echasen una mano a la hermana de la huerta. 249

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