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El 17 de abril de 1910 fue un día de gran fiesta e inolvidable para Inés. En la iglesia adornada exquisitamente de flores e iluminada con pro– fusión de luces, entró nuestra biografiada acompañada por la Madre, el Capellán y la Comunidad en pleno. Después del Evangelio y unas pala– bras del sacerdote, Inés se acercó a la madre sentada esta en un sillón delante del altar con sus manos entre las de ella, hizo solemne promesa de servir al Señor en la Orden Concepcionista. Inés profesa. No cabe en el reducido marco de este extracto bio– gráfico un análisis pormenorizado de las diversas virtudes practicadas en grado sorprendente por Sor Inés de San José. Nos limitamos a resaltar las más importantes, por las que llamó la atención de sus hermanas. Su oración. Analizamos en primer lugar su vida de oración, las horas que dedicó exclusiva y gozosamente en dialogar con el Señor en el silencio y recogimiento del coro o en la soledad y penumbra fecundas de la celda. Era consciente, y así se lo enseñará después a sus novicias, de que la oración es como la respiración del alma y la savia que vitalizaba todas las tareas de la vida religiosa. Como ya insinuamos, Sor Inés cultivó la oración desde su adoles– cencia y primeros años de juventud, mantenía en el pueblo sus con– versaciones con el Señor, sencillas, espontáneas, llenas de cariño y confianza, sobre todo desde su Confirmación, cuando el Espíritu Santo plantó en su corazón preadolescente los gérmenes de la voca– ción religiosa. Estas primeras oraciones eran preferentemente de petición, para ella Dios era el Padre lleno de bondad, el protector, respaldo y refugio de su debilidad, fuente de luz para descubrir el camino y fortaleza para mantenerse en momentos de debilidades y obstáculos, en su empeño de serle fiel. Sería emocionante, y casi enternecedor, conocer en todos sus deta– lles la frescura, de estas primeras relaciones, personales y candorosas, lle– nas de naturalidad y sinceridad a través de las cuales, fue seduciendo el Señor a nuestra biografiada y se hizo para siempre dueño absoluto de sus sentimientos, ilusiones y de su vida toda. 233