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Se empezaba las catequesis especiales a los siete años, para recibir por primera vez al Señor a los ocho, en el mes de mayo y en torno a San Isidro. Con toda seguridad, la primera Comunión fue el comienzo en Inés de una piedad progresivamente más personal y de su transformación en una niña cada vez más piadosa. Continuaría siendo la buena compañera y amiga de los juegos, obediente y laboriosa en casa y en la escuela, pero casi de manera insensible empezó a sentirse inclinada, cada vez con mayor intensidad, por los actos religiosos. Siempre que podía no faltaba a la Eucaristía por la mañana y al Santo Rosario a la caída de la tarde. Ya no necesitaba a su madre Catalina para hacer sus oraciones antes de acostarse, las hacía por propia voluntad. Estos comienzos de religiosidad algo más personal maduraron mucho con las sesiones de preparación para recibir el Sacramento de la Confirma– ción. Le recibió cuando le faltaban algunos meses para los diez años. Poseemos la partida del mismo que dice así: "En la Iglesia pa– rroquial de San Vicente Mártir del pueblo de Cobreros, diócesis de Astorga, provincia de Zamora, en veinticinco de octubre de mil ochocientos noventa y nueve, el Illmo. Sr. Obispo de la dió– cesis D. Vicente Alonso Salgado, de las Escuelas Pías, adminis– tró el Sacramento de la Confirmación en dicha iglesia, a los feligreses de esta parroquia y algunas otras". El nombre de todos los confirmados en esa fecha, se recogen en una lista adjunta a la partida. En ella aparece el nombre de Inés Rodríguez, hija de Ángel Rodríguez y Catalina Fernández. Termina la partida con las palabras acostumbradas: "Y para que conste, lo firmo y sello en Cobrerosa 25 de octubre de 1899". (Fdo. D. José Mª San Román) (Hay también un sello que dice: Parroquia de San Vicente de Cabreros. Anejo). ( 44 l Adolescencia y primera juventud. Desde el comienzo de la pu– bertad -once o doce años- el comportamiento de Inés, atraída por el amor a Jesús, empieza, de manera espontánea pero perceptible, a marcar diferencias con el de sus compañeras Juega con ellas, es fiel y asidua a la pandilla, las amigas tienen plena confianza en ella y la confían cosas muy personales que no dirían a las demás, pero empiezan a observar un 228

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