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Algún día sabremos la parte que tuvieron los mártires, como profetas de nuestro tiempo, en el florecimiento de las comunidades cristianas del siglo XXI, en el mantenimiento de la fe en unos y en la vuelta, a la misma, mejor equipados, de los otros. B) Testimonios de la mejor esperanza: Si como afirma Benedicto XVI: "la fe es la sustancia de la esperanza", no es extraño que hoy también necesitemos y de manera apremiante, yo diría que hasta angus– tiosa, el testimonio y la ayuda insustituible y eficaz de nuestros mártires para recuperar una esperanza donde apoyar con cierta ilusión la existencia. La crisis actual de la fe, en sus aspectos concretos, es sobre todo una crisis de esperanza cristiana. No se trata únicamente de preguntarnos si la fe es ver– dadera, necesitamos, de manera especial, saber si esa fe es para nosotros ga– rantía de una esperanza que transforme y sostenga nuestra existencia. Por experiencia sabemos la importancia de la esperanza en la vida del hombre y de la mujer. Es como el resorte misterioso que pone en ten– sión nuestra existencia, da ilusión y coraje para perseguir los objetivos que nos proponemos en la vida. El hombre o la mujer faltos de esperanza son personas sin alicientes para todo, se sienten desmotivados, y gradualmente se sepultan en el aburrimiento, el tedio y el hastío vital. Para ellos la existencia es como un camino de horizontes siempre negros. La esperanza cobra excepcional y decisiva importancia cuando que– remos determinar su función en los grandes y fundamentales objetivos que dan sentido a toda la vida. La realidad de la muerte, como último e insoslayable capítulo de la existencia humana, obliga a los hombres a pronunciarse por una de estas dos alternativas o se fijan expectativas intramundanas, todas más acá de la muerte o se abren a la trascendencia y entonces viven con el conven– cimiento de que a la actual existencia temporal le sigue otra definitiva que puede ser dichosa más allá de la muerte. El cristiano, iluminado por la fe, opta por la segunda alternativa. Su confiada, gozosa y fecunda esperanza hunde sus raíces en la misericordia y el poder del Señor. El Papa actual recuerda la fuente de la esperanza cristiana con estas palabras: "Sólo Dios es el fundamento de la 21

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