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de la presencia diaria de las masas en las calles de Madrid, los atropellos de religiosos y personas de orden, los incendios de iglesias y conventos. No se hacían por tanto ilusiones, lógicamente pensaban que en cualquier día y en cualquier momento podían desplazarse desde la capital un grupo de incontrolados y cometer con ellas cualquier salvajada. El clima de inseguridad creciente, unida al triunfó del Frente Popular en las elecciones de 1936, les hizo pensar en buscarse un refugio seguro en caso de que se vieran obligadas a dejar el monasterio. En una de las reuniones de comunidad, y a propuesta de la Abadesa, se acordó dar los pasos para erigir un monasterio en Campo Mayor (Portugal), lugar idó– neo, porque estaba al abrigo de los vaivenes de la política española y además pensaban, podían ser fácilmente aceptadas en dicha población por ser el sitio donde había pasado su infancia y adolescencia Santa Be– atriz de Silva. En la reunión siguiente se designaron las religiosas que deberían des– plazarse a Campo Mayor. Las comisionadas encontraron una acogida muy favorable en la villa portuguesa, sobre todo entre las familias nobles, algunas de parentesco lejano con la Santa Fundadora. Hicieron también una visita al Sr. Arzobispo, que les dio toda suerte de facilidades y poco después las religiosas desplazadas iniciaban la fundación en Campo Mayor. Desgraciadamente esta casa abierta en Portugal, no proporcionó utilidad alguna a las religiosas de El Pardo. En al contienda bélica del 36 murieron -como inmediatamente veremos- dos religiosas, por ello se ordenó a las de Campo Mayor volver a El Pardo, primero porque eran necesarias aquí y además porque la situación política en España habían cambiado totalmente. Omitimos ahora las vicisitudes del monasterio durante la Persecución religiosas del 36. Lo haremos cuando se aborde el martirio de las dos religiosa de este monasterio: Madre Inés de San José y de Sor Mª del Carmen. Ahora completamos la histo– ria del monasterio hasta nuestros días. El monasterio durante el tiempo de la Guerra Civil corrió suerte pa– recida al de las Concepcionistas de Sagasti, 25. Después de abandonarlo 224

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