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tanto muy inmediato a la detención de nuestras Concepcionistas. Se tra– taba de 23 religiosas adoratrices que vivían también juntas en un piso de la calle Costanillas de los Ángeles, nº 15. El día 9 de noviembre, se produjo un espantoso bombardeo cerca de la casa donde ellas estaban. Habían padecido esta clase de sustos en otras ocasiones y, por ello, la señora que habitaba el entresuelo, les ofreció refugiarse en su piso en ocasiones de peligro. Ese día, cuando las religiosas bajaban por la escalera, para refu– giarse en el piso de entresuelo, irrumpió en el portal un grupo de milicia– nos nerviosos y gritando: iDónde están las monjas? Una vez que estaban toda reunidas en el entresuelo, a empujones y sin miramiento al– guno, las metieron en un camión, todo se desarrolló en poco tiempo, fue– ron llevadas a la checa próxima de la calle de Fomento. Allí estuvieron retenidas durante la noche sin facilitarlas alimento ni servicios higiénicos y a la mañana siguiente, día 10 de noviembre, (es interesante para nos– otros la fecha), muy temprano, volvieron a meterlas en el camión y, sin juicio ni identificación alguna, fueron ejecutadas junto a las tapias de los cementerios de la Almudena y de Vicálvaro. Los milicianos después de cometer la masacre, se marcharon, aban– donando los cadáveres a su suerte. Afortunadamente, el enterrador del cementerio de Vicálvaro, hombre de muy buenos sentimientos como lo demostró también con las mártires concepcionistas de El Pardo, sospechó que eran religiosas y las enterró poniendo sobre la fosa una contraseña para que fueran fácilmente localizadas. ( 4 l l 205
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