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gaban en Paracuellos sin facilitar documentación alguna. Sor Corazón de María, que recogió el informe de los porteros de Francisco Silvela -testigos presenciales de la saca de las monjas- dice que fueron nueve milicianos de muy malos modales, se las llevaron de tres en tres porque eran coches pequeños y tardaban relativamente poco en volver por el resto de las monjas, lo cual demuestra que no los llevaron a su centro ubicado en Arturo Soria en el hotel "Mi Huerto", "por ello, es probable -dijeron los mismos porteros- que las asesinaran en al– guna plaza próxima". De acuerdo con estos datos rigurosamente fidedignos, cobra espe– cial fuerza probatoria la información facilitada por la religiosa Sor Mª Luisa, mercedaria de la caridad, a Sor Concepción de la Trinidad, reli– giosa concepcionista, en una conversación mantenida por ambas, en la Mutual del Clero en el Hospital de San Pedro de Madrid, donde la reli– giosa mercedaria trabajaba. Copiamos literalmente la carta de Sor Con– cepción a la abadesa de Concepcionistas de San José de Madrid: "El año 1945 -escribe Sor Concepción- estuve en plan de mé– dicos en el Hospital de San Pedro, fui a este hospital por tener un hermano sacerdote y tenerme inscrita en él, junto con otra hermana. En una de las tardes que fuimos a consulta, junto con otra hermana mía religiosa ursulina, destinada en Madrid. Como teníamos que esperar dos horas a la consulta, las religio– sas mercedarias de la caridad que trabajan en dicho hospital, nos pasaron con ellas a la sala de labor. Les extrañó mi hábito, me preguntaron a qué Instituto pertenecía y les dije que era con– cepcionista. Entonces me dijo Sor María Luisa que, sin ser la superiora parecía la "mandamás" que las Concepcionistas es– tábamos de enhorabuena por tantas monjas que habían dado la vida por Dios en la guerra. Yo ignoraba en absoluto todo ello y le pregunté, cuántas eran y de dónde eran y me dijo que eran diez, del convento de San José, que ella fue testigo de su asesi– nato en una plaza de Madrid (me dijo el nombre pero no lo re– tuve), que todas murieron muy bien, que la superiora las animaba y ella murió gritando "iViva Cristo Rey! Me dijo otras muchas cosas que ya no recuerdo y también me dijo que si que– ríamos más datos ella podía proporcionarlos". 203
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