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Monseñor Antonio Cañizares, cuando era arzobispo de Toledo pre– cisó muy bien los objetivos que persigue la Iglesia con las canonizaciones: "Con el proceso de canonización o publicación de las biografías de los mártires -dice el Arzobispo- la Iglesia no quiere emitir juicio sobre los responsables del martirio de los sacerdotes y religiosos, la filosofía de la Iglesia es la filosofía de la fe, del amor y del perdón, no la del odio, el resentimiento o la revan– cha. La Iglesia pretende exclusivamente hacer resaltar que tales sacerdotes y religiosos cumplieron la palabra de Cristo cuando dijo: "no hay mayor amor que dar la vida por los demás". Ellos aceptaron y vivieron simplemente y con ejemplaridad esta invi– tación del Maestro. Con estas beatificaciones -continúa Mon. Cañizares- la Iglesia intenta refrescar la memoria, el incluirlos en el catálogo de los santos, es una llamada al fortalecimiento de la fe y a la reconciliación nacional. < 4 > Vivamos de su presencia: Uno de los objetivos de este trabajo -como acabamos de señalar- es, en primera instancia, responder a los deseos de Juan Pablo II y a los nuestros de conservar la memoria de las catorce religiosas concepcionistas y de su gesta heroica, tan gloriosa para la Orden de Santa Beatriz de Silva y de toda la Iglesia. Pero el pensamiento de Juan Pablo II, cuando pedía, con tanta in– sistencia, mantener el recuerdo de los mártires, iba más allá, perseguía además otros fines de más calado y riqueza espiritual para los cristianos. La muerte de los mártires no produce sólo admiración como en el caso de los héroes o personajes importantes de la Historia Civil conde– nados más pronto o más tarde a quedar olvidados en los anaqueles de las bibliotecas. Nuestras mártires iviven y vivirán siempre entre no– sotros! Desde su existencia bienaventurada, interceden por los que se encomiendan a ellas y con su limpio, valiente y arrollador testimonio están siempre presentes en el corazón y en la memoria de los cristianos como antorchas que les señalan el camino del Evangelio y en ocasiones hacen de acicate para que no desaceleren el ritmo de la entrega y servicio al Señor y de los hermanos. 17