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En su estado de inactividad obligada, solamente salió ganando la vida espiritual. La sombra siniestra de una muerte violenta amenazando a sus personas como espada de Damocles, les hacía aprovechar intensa– mente el tiempo para Dios. "Rezaban las Horas litúrgicas -nos dice una de las encerradas- los quince misterios del Rosario, hacían las lecturas espirituales, las letanías de los Santos, dos horas de oración y el tiempo que en el convento dedicaban a sus la– bores muchas lo dedicaban también para la oración". Hay gran semejanza entre la situación de los religiosos en el Madrid rojo y el régimen de vida a que se veían obligados los primeros cristianos sometidos a las persecuciones de los emperadores romanos. Los pisos donde vivían recluidos los religiosos perseguidos por los milicianos eran verdaderas catacumbas aunque no estuvieran construidos en el subsuelo, en ellos vivieron los religiosos en la clandestinidad, formando comunida– des de orantes y expuestos a sorpresas sangrientas cuando los milicianos descubrían el escondite. Cuando las religiosas sólo llevaban tres días en el piso comprobaron con preocupación que las provisiones que habían sacado en el momento de su abandono del convento disminuían rápidamente. El espectro del hambre en la comunidad motivó que unas religiosas, jóvenes y valientes, se comprometieran a hacer una visita al convento sin temor a los riegos y traer algunos de los alimentos que allí se perderían. Las protagonistas fueron Sor Corazón de María y, casi seguro, Sor Mª Guadalupe, aunque no se la nombra. Dejamos que nos lo cuente una de ellas, Sor Corazón de María. "Una hermana que tenía poco miedo, -Sor Mª Guadalupe– me invitó a volver con ella al convento para ver si podíamos traer algunos víveres. Para ello fuimos a buscar al portero de la parroquia de Covadonga que tenía la llave del convento. Cuando llegamos a la parroquia, situada en la plaza de Ma– nuel Becerra, muy cerquita de nuestro convento y entramos en ella para localizar al hombre, se originó, un bombardeo en toda regla sobre la iglesia y sus aledaños. Además había un fuego 182