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En aquel día y en aquellas horas de máxima tensión, en que casi se palpaba el miedo y la incertidumbre, ocurrió algo que refleja casi de modo enternecedor, la candidez angelical de algunas religiosas. Una de las monjas había mirado a través de la celosía de las ventanas que daban a la calle y vio que había grupos de hombres armados todo a lo largo de la calle del convento. Esta hermanita hablando pocos mi– nutos después con una de las pocas señoras que en ese día se arries– garon a pasar por el torno, le comentó: "iSe ha fijado señora X? Hay grupos de hombres armados que están custodiando el convento para que no nos pase nada, iSon nuestros verdaderos ángeles de la guarda!". La señora que había observado camino del monasterio la catadura y torva mirada con que le obsequiaron, res– pondió con amarga sonrisa a la monjita: "De ángeles de la guarda nada, hermanita, más bien todo lo contrario". Amedia mañana se produjo el primer susto para las religiosas, una de ellas lo describe así: "Era sobre las once de la mañana, oímos un tiroteo tremendo que parecía que el convento se venía al suelo. Acto seguido, la Madre dispuso que estuviéramos prepa– radas para salir cuando hubiera un claro en la calle, cosa que no ocurrió hasta las siete de la tarde". "Sobre esa hora -continúa la religiosa- con mucho cuidado y prudentemente distanciadas, fuimos saliendo en dirección el piso que teníamos alquilado en Manuel Silvela, 45; desde las famosas elecciones del 16 de febrero del 1936 y que hasta ese día habitaban sólo las enfermas". A las nueve de la tarde todas las religiosas estaban alojadas en el piso. Es fácil imaginarnos el torbellino de ideas y sentimientos encontra– dos que sacudirían en ese momento el corazón y el alma de las religiosas. iHabía sido todo tan rápido y tan brusco! En cuestión de horas fueron arrancadas al silencio y quietud de su amado monasterio, para sentirse ahora, por culpa de las pasiones de los hombres, arrastradas y lanzadas a un futuro completamente incierto y nada tranquilizador. La Madre había sido breve pero muy clara Todas pudieron for– marse idea real de su verdadera situación. No se trataba, como en los 180
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