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Sor María del Rosario recoge este sentimiento generalizado entre las religiosas: "Desde esta fecha hasta el 18 de julio, vivíamos en el convento con el sobresalto y el convencimiento de que podía– mos ser víctimas de los revolucionarios en cualquiera de sus in– tentonas, apenas se hacía otra cosa sino orar, hacer penitencia y entre otras cosas se hacían diariamente rogativas penitencia– les con los pies descalzos y otros instrumentos de penitencia". Es significativo y dramático el contraste entre lo que sucede en el si– lencio y quietud del monasterio de las Concepcionistas y la movida sal– vaje de la calle. Las religiosas consumen su tiempo y su vida en súplicas y sacrificios de expiación, ofrecimiento de sus vidas, como víctimas de reconciliación para que el Señor se apiade de aquella España juguete de las pasiones y de las fuerzas del mal. En cambio, las masas, ignorantes y cargado el corazón del odio, es– píritu de revancha, sueñan en la destrucción de aquellas santas mujeres que sólo cometieron el pecado de amarles, disculparles ante el Señor y mortificarse para expiar por sus pecados. Y aún se atreven a decir hoy, los herederos de aquella izquierda de infeliz memoria, y algunos cristianos desmemoriados y pacifistas a ultranza, que el recuerdo y exaltación de las religiosas mártires perpetúa la división de las dos Españas. Terminamos este apartado con una estadística muy elocuente para hacernos idea de la carga de violencia que arrastraba la sociedad espa– ñola en los meses inmediatamente anteriores a la explosión de la guerra Civil. Fue leída en el Congreso de los Diputados por el diputado de la CEDA D. Gil Robles: "En el curso de los cuatro meses desde fe– brero a junio -meses de gobierno de las izquierdas- se han co– metido, sólo en Madrid, 269 asesinatos y 1.287 heridos; se quemaron o destruido 160 iglesias, 69 centros políticos o par– ticulares destruidos, 312 asaltados, 10 periódicos totalmente destruidos y asaltados y destrozos a otros 33; 146 explosiones de bomba, se han organizado 113 huelgas generales y 138 atra– cos parciales". ( 35 ) Si aceptamos estos datos de cuya fiabilidad no podemos dudar, las masas revolucionarias desde las elecciones de febrero, las centrales sindicales y otras personas afines ocuparon las calles de Madrid y ciuda– des importantes casi de modo permanente. 176
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