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Esta historia será común, porque los acontecimientos y penalidades a que nos referiremos, afectaron a todas las residentes en el piso y todas recibieron la palma del martirio. Los horizontes luminosos y esperanzadores, abiertos a la Comunidad durante la Restauración, se ensombrecieron el día 14 de abril, de 1931 cuando se proclamó la II República Española. Como tendremos ocasión de comprobar, la causa no fue tanto el cambio de régimen político como las circunstancias y los medios nada limpios con que la oposición a la monar– quía se hizo con las riendas del poder y la patente de corso que se atribu– yeron las masas para campear por sus respetos, y de manera incontrolada sin respeto a la ley, a las personas,a las instituciones y a la propiedad. Las cosas de la convivencia nacional tomaron ya unos derroteros inciertos y sombríos desde 1929, en que el General Primo de Rivera pre– sentó la dimisión al Rey de manera inesperada y desconcertante. España empezó a ser como un barco a la deriva, sin carta de navegación ni ca– pitán inteligente y de personalidad que supiera llevar con pulso seguro el timón de la vida nacional. El Rey encargó formar gobierno al General Berenguer. Es posible que este Señor fueran un buen estratega y entendiera mucho de proble– mas militares. En el campo social y político demostró absoluto despiste y desconocimiento del momento delicado de transición por el que atra– vesaba España. Le faltó habilidad para ofrecer al hervidero de las fuerzas políticas la constitución, flexible, que tuviera en cuenta los avances de la sociedad y las razonables aspiraciones de las fuerzas políticas. Quizás lo mejor que hizo fue presentar la dimisión cuando se vio incapaz para pac– tar con una parte importante de la oposición un proyecto de gobierno. Con el señor Pablo Bautista Aznar, sucesor del General Berenguer, el clima social y político se enrareció del todo. Después de sus primeras actuaciones entre los distintos partidos y fuerzas políticas cundió la sen– sación de que la monarquía estaba agotada y era incapaz de ofrecer un proyecto de gobierno, capaz de responder a la evolución experimentada por la sociedad española en las últimas décadas y ofrecer soluciones efi– caces para resolver los grandes problemas sociales que España arrastraba desde el siglo XIX . La oposición, casi en su totalidad, se negó a colaborar 163

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