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Una pena que, nuestros trabajos biográficos, aparezcan en un tiempo distanciado de la fecha en que se dieron los sucesos narrados. El tiempo ha jugado en nuestra contra. Si se hubieran hecho en los años inmediatos a la persecución religiosa de 1936, habríamos contado con numerosos testigos -religiosas supervivientes, familiares, personas con las que ellas se relacio– naban, etc.- que habrían proporcionado abundantes e interesantes datos. A pesar de este contratiempo, nada desdeñable, contamos con al– gunas valiosas fuentes de información, gracias, sobre todo, a la acertada previsión de algunas religiosas concepcionistas que se impusieron el tra– bajo de dejar, por escrito, los recuerdos más sobresalientes de su convi– vencia con las hermanas mártires, y sobre todo, de los ratos pasados con ellas en los últimos meses, hasta la tarde del ocho de noviembre de 1936 en que fueron llevadas del piso, donde se albergaban, por milicianos del Comité Socialista de las Ventas. Los perfiles biográficos de las Concepcionistas Mártires que ahora presentamos han servido de material documental en la causa de beatifi– cación y canonización que actualmente ya se encuentra en Roma. Quie– ren ser también respuesta a las repetidas sugerencias del Papa Juan Pablo II, hechas en numerosas ocasiones en que pedía a las diócesis y congre– gaciones religiosas la conservación de la memoria de sus mártires. Como muestra de estos deseos del Papa citamos las palabras pro– nunciadas en Roma en la homilía con ocasión de la beatificación de los 233 mártires de las diócesis de Valencia: "En diversas ocasiones -dice Juan Pablo II- he recordado la ne– cesidad de custodiar la memoria de los mártires. Su testimonio no debe ser olvidado. Ellos son la prueba más elocuente de la ver– dad de la fe, que sabe dar rostro humano, incluso a la muerte más violenta y manifiesta su belleza aún en medio de atroces tormen– tos. Es preciso que las iglesias particulares hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio". tll En la Bula, "lncarnationis Mysterium" para convocar el jubileo del Año 2000, vuelve sobre la idea; son especialmente iluminadoras estas palabras: "Un signo perenne, pero hoy particularmente significa- 14
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