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facilidades para ser toda de Dios. Le expresa también su agradecimiento por lo que hizo por ella. En la segunda se muestra ya más centrada en su nuevo estado. Le habla de "la paz y alegría que el Señor nos da en la Religión'' que provoca en ella sentimientos de gratitud, y reconoce, con deliciosa hu– mildad, que ha sido mimada por el Señor ya que "cuantas de mis compañeras, -dice- quizás lo hubieran merecido mejor que yo, y sin embargo su infinita misericordia se dignó poner sus ojos en mí y sacarme del mundo tan pequeñita, sin duda por mi de– bilidad para estar firme en medio de tantas dificultades". < 29 > En su carta, D. Manuel se sincera con ella y deja traslucir cierta de– cepción y desánimo por la poca respuesta del pueblo a sus trabajos pas– torales, la antigua hija espiritual le contesta: "Me ha dado mucha pena lo que me dice del poco aprecio que hace la gente de los medios que ha dejado en su Iglesia para santificarse, le prometo enco– mendarlo mucho a Dios en esta próxima cuaresma y especial– mente en los nueve días de ejercicios espirituales. Dios mediante. Y si a pesar de todo -trata de consolar a su antiguo pá– rroco y director espiritual- no viera la eficacia deseada, confórmese con la voluntad divina que le premiará sus buenos deseos, y considérese feliz en poder gastar todas sus fuerzas en tan santa obra como es la salvación de las almas". La tercera carta, fechada el 29 de diciembre de 1929, es sumamente interesante. Nos permite hacernos una idea, de la alta estima que sentía Sor Mª Beatriz por el don de la vocación, de su consagración a Dios. El párrafo que transcribimos no tiene desperdicios: "El día de San Juan Evangelista se han cumplido los tres años desde mi profesión temporal, pero no tengo los 22 años requeridos para la profesión solemne, así que tengo que esperar hasta cumplirlos que será en el próximo mes de marzo. Si alguna vez he solicitado sus oraciones, con más motivo sin duda en esta ocasión, para prepararme a la obra más grande 155