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A su gracia para contar las anécdotas, unía Sor Mª Beatriz gran fa– cilidad para improvisar. En cierta ocasión, con motivo del Santo de la Madre, una de las religiosas compuso y recitó unos versos bien hechos y fue muy aplaudida, cuando terminaron las felicitaciones y los aplausos a la nueva poetisa, se levantó Sor Mª Beatriz e improviso estos versos: Queridas Madres y Hermanas, Ante esta estupenda poeta, Se puede ya retirar, La nieta del "tío" planeta. Para captar toda la gracia de estos versos hay que saber que "tío planeta" llamaban en el pueblo a su abuelo Víctor; se había ganado el apodo porque pronosticaba el tiempo con bastante acierto y con varios días de anticipación, era una especie de "hombre del tiempo". Sor Mª Beatriz se complicaba a veces la vida y renunciaba a su co– modidad para echar una mano a la religiosa que pasaba por un mal mo– mento y compartía con ella preocupaciones, amarguras y posibles soluciones a sus problemas. Las compañeras nos han conservado varios casos. Nosotros, para no extendernos demasiado, sólo citaremos uno. Se trataba de una religiosa hasta entonces de coro, a quien la Madre comunicó que en adelante formaría parte de las religiosas de velo blanco. Socialmente tenía su matiz de humillante, era como descender de nivel en el organigrama de la comunidad. La interesada lo encajó mal y se re– sistía a ejecutar la orden de la superiora. Por este motivo pasaba días malos, de mucho sufrimiento, apenas comía, estaba triste y rehuía el trato con las compañeras. A sor Mª Beatriz le daba mucha pena la situación de la hermana y buscó una oportunidad para estar con ella a solas. Aprovecho el día que tocó a las dos fregar los platos de la cena. El primer intento de ayuda fra– casó, la otra estaba muy dolida y un tanto furiosa, no le hicieron efecto las sugerencias de Sor Mª Beatriz. Entonces esta buscó un momento y lugar más adecuados. Al día si– guiente fue a la habitación de la interesada y la encontró algo más serena, 152