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Sor Mª Beatriz practicó intensamente la mortificación interior, de manera especial en las relaciones con sus hermanas. Lo vamos a ver, en el siguiente apartado. Hermana entre las hermanas. Las relaciones de Sor Mª Beatriz con las monjas por sus bellos y entrañables matices resultan un maravi– lloso canto al amor fraterno conventual. Evidencia entre otras cosas la falsedad del dicho volteriano, gratuito y calumnioso, de que en los con– ventos de clausura las monjas entran sin conocerse, viven sin amarse y mueren sin llorarse. En los monasterios hay de todo, como en las familias o en las relaciones de esposos, pero es falso y calumnioso generalizar. Este insulto borde y falso ignora las misteriosas y maravillosas trans– formaciones que opera la gracia en el corazón y en el carácter de los que viven consagrados exclusivamente al Señor. Sor Mª Beatriz no estudió psicología ni "técnicas de relaciones hu– manas". Con su fina intuición femenina y el amor grande y sobrenatural que sentía hacia sus hermanas, descubrió la importancia de los días y ratos de expansión recreativa. Las religiosas son personas, no robots, ne– cesitan, de cuando en cuando, romper la tensión de las horas de trabajo y oración para descansar, reponer el sistema nervioso e incrementar con el trato agradable y respetuoso la confianza y el cariño fraterno. Sor Mª Beatriz cultivó el diálogo, y los ratos de expansión por algo muy superior a las motivaciones humanas. Iniciada en la espiritualidad franciscana y, siguiendo el ejemplo de San Francisco, mira a sus herma– nas, desde la fe, como un don, como regalos del Padre Dios porque las relaciones fraternas, vistas desde la fe , hunden sus raíces en el misterio mismo de la paternidad de Dios que se nos reveló en Jesús. Y el Padre Dios desea que sus hijos se relacionen en un clima de mutuo servicio, amor fraterno, sencillez y confiada sencillez. Hermana de verdad es aquella que vive en actitud cariñosa, humilde y servicio per– manente a las demás. Sor María Beatriz diferenciaba escrupulosamente entre las horas de recogimiento y de trabajo y los tiempos de expansión. Ya vimos con qué escrupulosa delicadeza respetaba las normas del silencio. 150
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