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Cuando la Madre dio permiso para que cada religiosa se refugiara con la famílía o en otras casas donde fuera aceptada, Sor Mª Beatriz fue a casa de los familiares de Sor Mª del Sagrario, la conocían porque había estado ya en esa casa en otras ocasiones. Era moralmente seguro que de haber continuado allí habría salvado la vida. Por una actuación muy difícil de explicar en la Madre Carmen que más adelante comentaremos, esta mandó llamarla al piso para que se reintegrase al grupo de la comunidad. Ella y su compañera Sor Mª del Sagrario comprendieron que la incorporación al piso de la Comunidad era el camino cierto de la muerte. A Sor Mª del Sagrario logró llevársela su familia, pero cuando hi– cieron la misma gestión para Sor Mª Beatriz, se lo negaron. Al despedir a su compañera con un fuerte abrazo. Sor Beatriz pronunció estas pala– bras cargadas de una conformidad heroica en la voluntad del Señor: "El Señor me va a pedir algo grande cuando me sacó de la casa de su familia donde estaba tan segura", "iAdoremos sus justos jui– cios!" Y desde esta última y heroica aceptación de la voluntad del Señor, Sor Mª Beatriz se preparó para el holocausto que sobrevendría un mes más tarde. Recogida y penitente. Sor Mª Beatriz supo mantener de manera permanente sus relaciones íntimas con el Señor dentro y fuera de la ora– ción, para ello protegió su vida interior con la doble coraza del recogi– miento y la penitencia. Los testimonios de sus compañeras son numerosos: "Tenía algo especial que no se veía en todas nosotras, siempre se la veía edificante. Por eso, aunque era de las más jó– venes, tenía sobre algunas de las religiosas una influencia espi– ritual grande". "Desde el día que ingresé en el monasterio, llamó poderosa– mente mi atención esta bendita hermana, pareciéndome que el Señor me lo proponía como modelo, puede por esto figurarse mi atención y solicitud por fijarme en todas sus cosas y muy lejos de recibir la menor decepción de su virtud, fue incrementándose más y más mi admiración hasta nuestra despedida final" . 146