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Su vida endiosada y contacto espiritual permanente con el Señor tenía inevitablemente unas irradiaciones en su entorno, se materializaban en determinados comportamientos. Entre las muchos que podríamos citar nos limitarnos a sus conservaciones y la actitud de total abandono en la voluntad del Señor, en línea con la orientación predominante que daba a su oración. "Era -dicen sus compañeras- la que más contribuía a dar a las conversaciones de los recreos alegría y amenidad, pero aprovechaba también para introducir en las conversaciones temas espirituales, sobre todo lo que los santos habían dicho o escrito sobre la oración, ella preferentemente citaba a Santa Te– resa por la que sentía un cariño especial y estaba muy empa– pada de sus escritos. Tales temas no resultaban pesados o inoportunos porque solía introducirlos en los momentos en que casi lo pedía la conversación''. Otro detalle en la persona de Sor Mª Beatriz que provocó muchas veces la admiración de sus compañeras era su actitud de total abandono en la voluntad del Señor. Con sus alumnas solía cantar frecuentemente una canción que tenía por estribillo: Perdón y gracia Dador Divino, Por el camino que quieras voy. Lo que cantaba en la Iglesia solía materializarlo en su vida de cada día. Sólo dos pruebas. La primera se la debernos a las religiosas supervi– vientes: "Tenía -dicen- maravillosa voz de tiple que parecía un angelito. En los ensayos le salían bien las canciones, pero luego al interpretarlas en el coro, a veces no llegaba a dar la nota alta muy bien y le salía un gallito. Esto lo noté yo, lo llevaba muy en, no se desanimaba ni se entristecía, mi Jesús -decía- así lo ha querido y no perdía la calma. Por uno de estos actos de aceptación filial y abandono amoroso en la voluntad del Señor fue mártir Sor Beatriz. Aunque sea adelantar acon– tecimientos merece la pena citarlo aquí con brevedad. 145
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