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Ya comentamos en su lugar que tuvo la suerte de incorporarse a una comunidad donde la encargada de la música, Sor María del Santí– simo Sacramento, poseía buenos conocimientos musicales y además era una excelente profesora de música. Después de algunas pruebas, Sor Mª del Smo. Sacramento intuyó con su afinado sentido artístico, que había caído en sus manos un pre– cioso diamante de muchos quilates musicales pero sin pulir, de lo cual se encargaría ella con abundantes ejercicios de voz y ensayos. Después de algún tiempo de clases y prácticas de impostación y modulación de la voz, la Comunidad pudo comprobar que había hecho buen fichaje en la persona de la nueva cantora. "Daba gloria escucharla", según testi– monio de las religiosas que tuvieron la oportunidad y la suerte de disfrutar de sus intervenciones. "Tenía -nos dicen- una voz suave dulce y ati– plada pero con volumen y sonoridad suficientes para llenar las bóvedas de la Iglesia y colarse luego en nuestros corazones hecha gozoso estremecimiento religioso". Pero su profesora estaba dispuesta a sacar pleno rendimiento a las excelentes cualidades musicales de Sor Mª Beatriz; quiso, además de emi– tir correctamente su preciosa voz, que aprendiera piano y armonio; quizás Sor María del Smo. Sacramento lo hacía mirando un poco a un futuro fácilmente previsible, ella estaba muy enferma y convenía que hubiera en el monasterio otra religiosa que pudiera reemplazarla en los días en que se viera forzada a guardar cama. El aprendizaje y dominio de tales instrumentos musicales por parte de Sor Mª Beatriz fue sumamente rápido, muy pronto su maestra pudo descargar en ella las clases y ensayos de las jóvenes y tocar el armonio. Cuando había conseguido que Sor Mª Beatriz adquiriera estos co– nocimientos teóricos y prácticos, Sor Mª del Smo. Sacramento fue nom– brada maestra de novicias; esta gran responsabilidad unida a su delicada salud, le imposibilitaba para continuar con la música. Para reemplazarla en las actividades musicales, la Madre designó a Sor Mª Beatriz. Responsabilizarse de la música incluía tocar el armonio en las grandes festividades religiosas, ensayar las canciones que luego se 140