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En el locutorio esperaba a Sor Beatriz una gran sorpresa que coronó la felicidad de la jornada. Allí estaban sus padres, secándose las lágrimas de emoción y felicidad sentida durante toda la ceremonia. Su padre cuando la vio delante y a solas en el locutorio, convertida en concepcio– nista fue incapaz de contener las lágrimas. El que pensaba tanto las cosas icuantos recuerdos entrañables e imborrables pasarían por su mente en el tiempo que duró la ceremonia religiosa! Narcisa viendo que su madre había dejado de llorar, envolviendo a su padre en una mirada sonriente y llena de ternura, le dijo: "Vamos, padre, que madre es más va– liente que usted", de sobra conocía ella el noble y tierno corazón que se escondía en el pecho de su padre tan curtido por la dura brega de la vida y la lucha con el terruño. Siguió luego una conversación sabrosa y distendida. Narcisa pre– guntó en primer lugar por su abuela. Fue la única decepción de ese día, había insistido directamente a ella y luego en las cartas a sus padres, que le causaría mucha ilusión dar a su abuela, ese día, un abrazo vestida con el hábito de concepcionista. Cuando preguntó por ella y su madre dijo que no se había atrevido a ponerse en camino, respondió con unas pa– labras, desenfadas, no exentas de decepción: "Pues, dígala que estuvo bien, pero muy bien, para que la de rabia", y los tres rieron la salida con las mejores ganas. Sor Mª Beatriz se interesó por todos sus hermanos, fueron para ella una de las despedidas más dolorosas, quizás por ser la mayor y sentirse un poco madre de todos, hasta su martirio se interesó siempre porque acertaran en la vida. Preguntó a sus padres si al menos los mayores ---Ju– lián y Justa- comulgaban con frecuencia, les dijo que tenía todos los días una oración especial por ellos -los padres- y por todos sus hermanos y pedía al Señor que concediera a alguno de sus hermanos la vocación sa– cerdotal o religiosa. Esta oración de mi Hermana, pidiendo al Señor la gracia de la vo– cación para alguno de sus hermanos fue una demostración de la verdad de las palabras de San Pablo: a nosotros toca pedir y sembrar con fe y confianza en el Señor, la germinación y el incremento lo dará El en el mo– mento que juzgue oportuno. Ella pidió con fe, la vocación religiosa o sa– cerdotal para sus hermanos, pero no llegó a conocer la respuesta del 137
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