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Hay que descartar que este comportamiento se debiera a que en el convento trataran a Narcisa con cierta indiferencia o severidad. Entre las monjas gozó siempre de un trato cariñoso y aceptación extraordinaria, como suele decirse "cayó de pie en la comunidad". Desde los primeros días despertó gran simpatía por su edad y su físico, parecía una niña, de ojos vi– varachos carita fresca, modales graciosos, responsable y activa en el trabajo y de un trato con las monjas agradable, respetuoso y servicial. "Llamaba la atención -dice una de ellas- el recogimiento y las graciosas posturas que adoptaba en la oración''. La Madre dio el mejor testimonio del ambiente favorable de que disfrutaba Narcisa en la comunidad. En carta a D. Manuel Zapíco, dos meses después del ingreso de Narcisa en el monasterio, le daba las gracias por haber facilitado el ingreso de Narcisa, le informaba de los esfuerzos que hacia para hacerse al ritmo del monasterio y terminaba su informe con estas palabras: "la Comunidad está muy contenta con ella, es una jovencita angelical". Profesión religiosa. Las religiosas en sus informes no nos dicen cuándo se vio libre nuestra hermana de la excesiva timidez, me ima– gino que a medida que se sintió encajada en la vida conventual y comprobó que las religiosas no eran inquisidoras ni miraban con lupa sus posibles fallos sino todo lo contrario, que la trataban como her– manas llenas de cariño y comprensión. Pudieron también influir las veces en que la Comunidad debió pronunciarse, de manera oficial, sobre su comportamiento y cualidades para religiosa y comprobó que los resultados eran siempre unánimemente favorables. En los días inmediatos a la profesión de Narcisa hubo mucho revuelo en el convento. La incorporación de una nueva religiosa a la comunidad, es, sobre todo, en monasterios de clausura, algo así como el nacimiento de un niño en las familias, se vive un clima de gozo y entusiasmo. Me atrevo a decir que en el caso de Narcisa, este ambiente era de mayor alegría por su estampa de adolescente y el cariño especial que despertaba en todas. Hay también la costumbre ese día de sorprender a los padres y fa– miliares de la religiosas con algún obsequio especial y original que sirva como recuerdo de tan importante acontecimiento familiar. En la profesión 135
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