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Cuando ya tenía superadas las dificultades de adaptación a la nueva vida, Narcisa debió luchar contra dificultad más sorprendente en ella si se tiene en cuenta su manera de ser su carácter voluntarioso y decidido. Dejamos que lo cuente una de sus compañeras: "Al principio de su vida religiosa, ipor su temperamento natural!, no se la podía decir nada, era sensible en extremo y por cualquier observación que se la hiciese se echaba a llorar y luego como Santa Teresita, lloraba por haber llorado". Poseemos otra anécdota de aquella primera época, donde nuestra hermana, refleja también esta inexplicable timidez. La debemos a la buena memoria de D. Manuel Zapico: "Al poco tiempo de su ingreso -dice- fui yo a visitarla en un viaje que hice a Madrid; quiso la Madre que yo viera los progresos que había hecho en el canto. Ella -comenta el sacerdote- que aquí no se apuraba por nada, cuando cantaba en la Iglesia abarrotada de gente, no fue capaz de interpretar una canción en habitación distinta a donde está– bamos nosotros sólo con la puerta abierta para que yo oyera sin ver. Yo lo atribuí a modestia".< 24 · 1 > No es fácil dar una explicación psicológica plenamente satisfactoria de este comportamiento. ¿se debió a que al principio la complejidad de la vida conventual la desbordó un poco y su situación en periodo de prueba, y el interés que tenía por ser religiosa, le creó cierto complejo de angustia y miedo a que fuera rechazada? ¿Las atenciones y muestras de cariño que le prodigaban las monjas hicieron mella en su temple recio y luchador? No es fácil la respuesta. Hay, sin embargo, muchos detalles en sus actuaciones de aquella misma época, donde aparece la Narcisa de siempre, responsable, in– teligente, enérgica, lo reconocen las religiosas cuando añaden: "en las demás cosas de discurrir y obrar, parecía una religiosa de mu– chos años" y en estas otras palabras también muy significativas, "después de llorar -en que había aparecido como niña sensiblera– lloraba por haber llorado". Con toda seguridad nuestra hermana debió sufrir muchos cuando cedía a esos comportamientos de niña ul– trasensible y llorona. 134
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