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Cuando llega a los quince años, Narcisa posee ya conciencia bas– tante clara de sus sentimientos y preferencias y, aunque desconoce el modo concreto, piensa que la voluntad de Dios sobre su vida pasa por la consagración a El en el convento. A esta época se refiere Jesusa cuando dice que: "En los dos últimos años del pueblo, la inclinación de Narcisa era siempre a ser monja, todas nuestras conversaciones terminaban siempre hablando del convento" . Y también nos dice en otra parte : "los deseos de ella eran siempre a ser monja". A medida que la idea del convento va tomando cuerpo en su inte– ligencia y en su corazón, nuestra hermana da un giro más replegado a su vida.Prescinde de las diversiones y se recluye en casa. Los domingos cumple con sus amigas cuando salen de Misa, luego el resto del día cuando termina las faenas de la casa dedica la tarde a la lectura que le proporciona el Sr. Cura y en jugar con sus hermanos. Por supuesto evita los ensayos de noviazgo que viven con tanta ilusión muchas de sus com– pañeras. Su hermano Julian fue testigo de varios casos de jóvenes que se acercaron a ella con intención de acompañarla a casa y les disuadía siempre con las mismas palabras dichas en un tono amable: "No te mo– lestes en acompañarme, voy mejor sola". Con la misma decisión y naturalidad prescinde en su atuendo per– sonal de aquellas prendas que pudieran tener ciertos visos de vanidad y que pueden llamar la atención. Cuando tenía quince años, asistió en Ci– fuentes, pueblo próximo a Nava, a unos cursos de "Corte y Confección". A la profesora le cayó muy bien Narcisa y cuando terminó las clases le regaló un blusa preciosa, pero un poco llamativa. Nuestra hermana no se la puso nunca. El Señor no dejó abandonada mucho tiempo en la perplejidad a la que con tantos sacrificios y renuncias trataba de reservarse exclusivamente para El. Cuando menos lo pensaba se encendió una lucecita orientadora en el firmamento opaco de su vocación, en la persona de D. Manuel, su párroco. Dejamos que el mismo D. Manuel nos lo cuente: "Testigo todos los días y durante varios años de su religiosidad extraordinaria, de sus dotes también excepcionales y de su estilo de vida tan diferente al de las demás jovencitas, en una ocasión en que es- 127
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