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Con la ofrenda de flores los cantos y las poesías, el Rosario de los domingos del mes de mayo era muy concurrido, tomaba parte en él la casi totalidad del pueblo, quizás fueran más fáciles en aquellos tiempos estas convocatorias porque no existían la radio, la televisión las graba– doras u otros medios de esparcimiento los domingos. Hay que tener también en cuenta, para los que sólo han conocido a Nava con el re– ducido número actual de habitantes, que el pueblo contaba a media– dos del siglo pasado con cerca de doscientos habitantes, no es nada improbable por ello que D. Manuel contara para sus celebraciones, entre ellas las de mayo con veinte o treinta cantoras entre adolescentes y jóvenes. Intentamos ahora describir lo que era un Rosario de mayo en Nava, con la mayor fidelidad posible: Terminado el rezo propiamente dicho, salpicado de invocaciones a la Virgen cantadas por todo el pueblo que entonaba D. Manuel, se abría el Ejercicio de las Flores con la canción, tan popular entonces de: "Venid y vamos todos con flores a María" que sabía toda la asamblea. Las adolescentes y jóvenes con mejor voz que componían el grupo de las solistas cantaban las estrofas a las que respondía el pueblo con el estribillo, "Venid y vamos todos -con flo– res a porfía- con flores a María que Madre nuestra es". Cuando las solistas iniciaban la estrofa: "De nuevo aquí nos tie– nes". Se producía un espectáculo variopinto, simpático y emocionante: Un montón de niñas y adolescentes que ya estaban a la expectativa, se levantaban de sus asientos, con sus jarrones llenos de flores y los coloca– ban en el altar de la Virgen, ayudadas por las mayores. Terminado el Ejercicio de las Flores, se producía otro momento de silencio y expectación, la asamblea esperaba con interés y curiosidad este momento. Una niña cuidadosamente ensayada por D. Manuel avanzaba hacia el altar de la Virgen y recitaba una poesía muy sentida, a la Señora. Narcisa protagonizó con frecuencia estos solos en honor de la Virgen In– maculada que cerraban el ejercicio de las Flores. Cuando más tarde decidí escribir la biografía de mi hermana y pedía a los del pueblo que me facilitaran datos o recuerdos que conservaran de ella, todos, yo diría que con una no disimulada nostalgia, me hablaban 125

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