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una explicación de su comportamiento impropio de la edad. Sin em– bargo, nosotros pensamos que no bastan sus cualidades naturales excep– cionales para explicarnos el equilibrado trato de Narcisa. Se impone la aceptación de otros resortes profundos y de otro tipo que desarrollamos en el apartado siguiente. Oración de Narcisa: Aun corriendo el riesgo de ser algo atrevidos y casi cometer una profanación, nos colamos un poco ahora en el alma y corazón de Narcisa, para descubrir, hasta donde podamos, ese mundo íntimo, personal y misterioso de sus relaciones filiales con el Señor y María, su Madre. Naturalmente lo hacemos con el respeto y la conciencia de que todo lo que digamos son apreciaciones basadas en la observación puramente externa de su comportamiento religioso. Hasta su primera Comunión, su religiosidad se reduciría a determi– nadas oraciones en casa, bajo la amorosa y atenta compañía de su madre y abuela, el rezo de determinadas oraciones con los demás niños al em– pezar las sesiones de catequesis o la plegaría que recitaban todos antes de empezar las tareas de la escuela. Hay motivos para pensar, dada su precocidad en otros campos, que la Primera Comunión significó para Narcisa el principio de una piedad cada vez más personal. Empezaría por algunas oraciones aprendidas, para luego pasar a otras de iniciativa personal y algunos diálogos espontá– neos y elementales con el Señor y su Madre, la Virgen. Nos da pié, para presumir esta religiosidad el hecho de que según veremos inmediatamente, a raíz de la Primera Comunión, asistía a Misa y comulgaba todos los días. Desde los once años-1918- tenemos ya datos de su piedad perso– nal. Coincide con el cambio de sacerdote que se produce en la parroquia. Cesa D. Conrado del Olmo y viene en su puesto D. Manuel Zapico. El nuevo sacerdote dirigió espiritualmente a Narcisa hasta su ingresó en el convento, por eso tenía motivos para manejar conocimientos de primera mano sobre su religiosidad. En la contestación a mi carta pidiéndole al– gunos datos sobre Narcisa, entre otras cosas dice: "Narcisa era una jo– vencita muy inteligente, en la catequesis igualaba con sus doce años, no cumplidos, a las que tenían ya dieciséis y más años, era humilde, muy humilde, recatada en todo y nada vanidosa, 122
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