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horas haciendo la gacetilla de los acontecimientos triviales del pueblo; pero Narcisa tampoco tenía fama de insociable o huidiza, que evitara intencionadamente el roce o el trato con los demás, jamás se encon– traba o pasaba delante de alguna persona del pueblo sin saludarle de manera sencilla y afable. Cuando pensé en escribir algo sobre ella, solicité ayuda a las perso– nas del pueblo que la habían tratado Después de hacer toda una sem– blanza de ella como chica trabajadora, responsable y respetuosa con los mayores, resaltaban sus saludos, porque lo hacía: "con una mirada y sonrisa de gran dulzura, difíciles de olvidar". Estos testimonios, unánimes, que podríamos multiplicar, piden una pe– queña reflexión para introducirnos algo en su mundo interior y misterioso. Hay que partir de que su comportamiento no es corriente en las per– sonas de su edad. La adolescente es una niña en transformación profunda que dará paso a la mujer. Por lo mismo está sometida a frecuentes cambios de humor, de la euforia y el entusiasmo exagerados, pasa muchas veces a la tristeza y desfondamiento inexplicables. En otros momentos se muestra fácilmente irritable, contesta con cierta brusquedad y aspereza sin que ella misma sepa el porqué; tampoco podemos admitir que Narcisa actuara con ese admirable equilibrio por temperamento apocado, débil y bonachón, como esas chicas indolentes o excesivamente tímidas o cobardes, que viven siempre a remolque del grupo, porque les falta brío y personalidad para hacer valer sus criterios e iniciativas. Julián, su hermano, la veía así: "Era una chica trabajadora, enérgica, constante y sacrificada" y Jesusa su mejor amiga es más expresiva: "Nunca vi que faltase a nadie, a pesar de tener un carácter esgarrado, (enérgico) que no se aco– bardaba por nada". Hay que admitir, por tanto, la realidad, aunque resulte sorprendente o nada común. El comportamiento de Narcisa, fue siempre por delante y muy distanciado de sus años biológicos. Lo confirmaba indirectamente D. Manuel cuando afirma que, en los grupos de catequesis con sus once o doce años, daba mejores respuestas que las jóvenes de dieciséis y en esa línea va, también las palabras de Jesusa cuando nos dice que nuestra hermana: "parecía una casada de cuarenta años". Esta podría ser 121
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