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Y añade D. Manuel este dato simpático: "De alguna manera, Narcisa me contagió a mí con su afición a la lectura. En varias ocasiones cuando iba a León, si pasaba delante de alguna libre– ría religiosa, varias veces compré algún libro, pensando en la alegre sorpresa que le proporcionaría". (Zl) Por las relaciones de los vecinos y los hermanos mayores de Narcisa conocemos que, era un espectáculo bastante frecuente, ver a Narcisa cui– dando las vacas o en compañía de sus hermanos más pequeños y le– yendo algún libro. Sobre todo, Narcisa leía en los pocos ratos libres de que disponía los domingos. Esta pasión por la lectura, unida a su rendimiento escolar, explican las presiones del Sr. Maestro y el Párroco sobre los padres de Narcisa para que le diera oportunidad de acceder a una carrera o algo parecido. Cuando nuestra hermana llegó a la adolescencia y le faltaba poco tiempo para finalizar los años de escolaridad elemental, D. Elías el maes– tro, decía a sus padres: "Su hija, por sus cualidades para el estudio y su comportamiento, merece un futuro mejor que todo lo que puede ofrecerle el pueblo. Si fuera mi hija, haría los sacrificios que fueran necesarios para darle una carrera. Es una pena que malogre su extraordinaria capacidad para los estudios". De la misma opinión era D. Cayetano, el anciano párroco del pue– blo. Estaba maravillado de la prodigiosa memoria de aquella chiquilla que repetía sin un tropiezo cualquier cosa que le preguntara del Cate– cismo y con la misma facilidad recitaba las poesías ante la Virgen, en el mes de mayo. Cuando nuestra hermana iba a la casa rectoral en demanda de libros para leer en casa, el buen párroco al despedirla, mientras le aca– riciaba cariñosamente la barbilla, decía con actitud escrutadora y bona– chona: "Hija, tu futuro no está en el pueblo. Tú tienes .que ser maestra o religiosa". Lo que decía a la niña se lo repetía a los padres cuando les encontraba en la calle: "Vuestra hija -les decía- no está destinada para las tierras, tiene un tesón y una capacidad ex– traordinarios. Debería ser religiosa o algo parecido". Tuvo intui– ción certera D. Cayetano, aunque él ya no lo vio, murió dos años antes de que Narcisa ingresara en el convento. 117

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