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Cuando salía a las recreaciones -continúa D. Máximo- se en– frascaba en los juegos con sus amigas: Severína, Cándida, Ma– rina, Jesusa, etc. Corría, saltaba a la comba, jugaba a las "pitas" (tabas), etc. Pero cuando yo daba las palmadas que anunciaban el fin de la recreación, echaba una carrera hacia la escuela y se centraba en los deberes, ajena al ruido y las voces de sus compañeros y compañeras que llegaban algo más tarde". "A su interés sorprendente por el estudio, unía gran capaci– dad intelectual y memorística. Cuando el resto de los niños ne– cesitan, al menos, un curso para arrancar a leer, Narcisa leía ya con cierta soltura en letras de molde a los cinco meses de asis– tencia a la escuela". ( 20 ) En las catequesis extraordinarias de preparación para la Primera Co– munión, Narcisa demostró el mismo interés y el mismo rendimiento que en la escuela. Por testimonio del sacerdote encargado de la parroquia en– tonces, D. Conrado del Olmo nos consta que Narcisa aprendió íntegra– mente el catecismo de Astete con sus preguntas y respuestas, en los seis primeros meses, cosa que la generalidad de los niños lo conseguían -los que lo conseguían- al final de los dos años de preparación para la Pri– mera Comunión. Estos datos proporcionados por el Sr. Maestro y el Pá– rroco fueron también refrendados por sus padres. Narcisa cultivó fuera de la escuela, durante los años de su estancia en el pueblo, esta gran inclinación a incrementar sus conocimientos por todos los medios a su alcance. Constantemente preguntaba a su padre el nombre de las cosas, que le diera explicación de aquellas que no conocía o no entendía. Estando ya en el convento, solía decir a su confidente y amiga Sor María del Sagrario: "No sé cómo mi padre me aguantaba, constantemente le aburría con mis preguntas". Por D. Manuel Zapico, sucesor de D. Conrado en la parroquia del pueblo, nos habla de la pasión de Narcisa por la lectura: "Tu her– mana -me decía en su informe- se leyó todos los libros para niños de la biblioteca parroquial, y según me refirió D. Elías, que su– cedió a D. Máximo en la escuela unitaria, eso mismo hizo con el depósito de libros de lectura en la escuela". 116

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