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Hay también que resaltar su recogimiento y vida interior. Era suma– mente puntual a los actos de comunidad, se la veía siempre la primera en el coro e inspiraba devoción solo verla ante el Santísimo, de quien era muy devota, y al que solía reservar muchos ratos libres haciéndole compañía. En febrero de 1934, después de unos días en que toda la comunidad había estado fuera del convento por precaución, se la designó como enfer– mera mayor y debía vivir con las enfermas y atenderlas en un piso que ad– quirió la comunidad, para estas hermanas. Meses después cuando se tranquilizó algo la agitación de la calle, volvieron al convento. Llamó la atención a todas las religiosas, el comportamiento recogido de Sor Mª Jesús en este tiempo, a pesar de salir todos días a buscar en los establecimientos las cosas necesarias para las enfermas. Cuando visitaba a las religiosas del convento nunca hizo comentario alguno de lo que sucedía en la calle. Esto demuestra el grado de recogimiento en que habitualmente vivía. En una fechas del año, Sor María Jesús abandonaba parcialmente su recogimiento perpetuo; eran los días de Navidad. A pesar de que el último año de convento tenía ya sus cuarenta y cinco años, en esas fechas se com– portaba como una joven de veinte, acompañaba a las jóvenes y novicias en los cánticos al Niño Jesús, animaba a la Comunidad con expresiones festivas y alegres que no usaba en todo el año. Tenemos perfecto derecho a pensar que cuando llegó la hora, Sor María Jesús ofreció al Señor una vida, breve de años consagrados a su ser– vicio exclusivo en el monasterio, pero extraordinariamente rica en santidad. 9.- Sor Maria Juana de San Miguel. Arraiza es un pueblo de la montaña navarra. Cincuenta kilómetros le separan de su capital Pam– plona. Su entorno es imponente y abrupto, a su ter– mino municipal pertenecen la Sierra del Perdón y el macizo que sirve de base a la airosa y desafiante 109
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