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Con los datos que poseemos, aunque no son muchos, pienso que se puede trazar el perfil religioso de Basilia concepcionista. Vistió el hábito de la Inmaculada e inició el noviciado el 14 de julio de 1921. Pasado el año y un día, -15 de julio de 1922- hizo la profesión por tres años. En esta primera profesión cambio su nombre de Basilia por el de Sor María de Jesús Díaz Recio. Por último se incorporó de por vida a la comunidad de religiosas concepcionistas por la profesión solemne emitida el 15 de julio de 1925. Mirado en conjunto el comportamiento de Sor María de Jesús en el monasterio, perfectamente podríamos llamarla Sor María del Despren– dimiento. Con sus 32 años era ya toda una mujer en sazón, y poseía ideas bastante claras cuando dio el paso de consagrarse a Dios. Se propuso hacer realidad en su vida, la famosa afirmación de Jesús cargada de significado espiritual: "Es mejor dar que recibir", que aplicada a la vida y relaciones con las hermanas suena así: "Es mejor olvidarme totalmente de mí misma y darme totalmente a Dios y a las hermanas, que vivir siempre en actitud ego– ísta, a la espera de lo que las demás hermanas me puedan dar". La hermana que no es de coro -pensó para sí porque era su situación en la comunidad- necesariamente debe cumplir en el monasterio oficios humildes. Pero esta circunstancia no fue para ella ocasión de complejo al– guno, quiso hacer de su entrega a las tareas más humildes, una preciosa ofrenda al Señor, llena de amor y alegría y contribuir con su actitud sencilla y de servicio a que las hermanas fueran un poquito más felices. Sor María de Jesús fue lógica con sus planteamientos iniciales, prac– ticó el desprendimiento interior y exterior en grado extraordinario. Nunca dejó traslucir la propia voluntad, o sus preferencias, gustos o caprichos, ni se quejó nunca por el trabajo. Las hermanas que convivieron con ella, lo confirman así: "En los nueve meses que viví con ella -dice Sor Corazón de María- fue para mí de gran edificación. Creo que la virtud más sobresaliente en ella fue el desprendimiento vivido con una sencillez, espíritu humilde y una naturalidad envidiables. A veces coincidíamos en la atención de los enfermos, siempre estaba pendiente de lo que se ordenara, no se fijaba si quien lo mandaba era mayor o 106
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