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8. EL CORAZÓN HERIDO DE AMOR Todo comenzó con la vista de un corazón Entre todas las vivencias místicas, la más sig– nificativa y la que da la clave de los estados pato– lógicos de María Angela, de sus deliquios de amor y «desmayos delicados», es la que ella misma des– cribe con estilo y terminología inconfundibles, en el otoño de 1641, respondiendo a una serie de pre– guntas que le había formulado el nuevo confesor mosén Alejo sobre la causa de los ardores del co– razón. En ocasiones eran éstos tan intensos, que era preciso aplicarle paños mojados al exterior, y, con mucha frecuencia, le provocaban verdaderos sínco– pes . El confesor sospechaba no fuera todo efecto de aquellas sus flagelaciones sangrientas en el «ejer– cicio de la columna». Todo comenzó allá por el año 1620, siendo maes– tra de novicias: «No fue su principio ni enfermedad ni co– lumna, sino una representación y vista de un corazón bellísimo y muy grande y delicadísi– mo. Su color y delicadeza era como las ho.ias de una hermosísima rosa puesta en su mayor frescura y amenidad. No tenía resplaodores ningunos, ni tampoco se me dio a entender 89

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