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matrimoniales» 6 • El voto de no cometer pecado alguno, ni mortal ni venial, fue modificado más tarde en el de «hacer siempre la voluntad y gusto de Dios» (f° 12v, 13v). En 1634 añadió nuevas «capi– tulaciones del Esposo de sangre», que fueron actua– lizadas en 1641. Las resume en estas «doce condicio– nes », que constituyen todo un programa de fidelidad esponsal: «Mansa cordera, sufrida, callada. Sencilla paloma, prudente. Desnuda de todo lo creado y asida sólo a lo divino. Agradecida a las ocasiones contradictorias, rendida y humillada en las ofensivas. Sola para el Solo, y unida, por la voluntad, a solo El» (fº SSr-91v). La expresión Esposo de sangre se halla también en otras almas extáticas. Se trata de una acomoda– ción de las palabras de Séfora a Moisés: «Tú eres para mí un esposo de sangre» (Ex 4,25). A María Angela le traían a la memoria el paso de la pasión ante el cual había celebrado su «desposorio de san– gre»: Cristo azotado a la columna (fº 107v, 155r). Que no se trataba solamente de una fórmula de consagración, sino de una vivencia infusa, lo vemos en algunas páginas de sus apuntes. El uno de agosto de 1642, recitando las vísperas de la Porciúncula, al leer la capítula Sicut sponsam ornatam viro suo, «experimenté -dice- la fuerza del amor de mi matrimonio con Cristo con una pa– sión amorosa en el corazón para con mi Esposo divino. No me dijo era su esposa, sino que, como cosa dicha, me cogió y atrajo para sí, comunicóme ' Traslado, fº 30v. 72

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