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vigor espiritual y de generosidad ante cualquier di– ficultad (fº 28r, 37r, 38r). Otras veces no halla pala– bras para expresar el deleite de su espíritu al expe· rimentar la «íntima posesión» del divino Esposo (fº 31r). Esa experiencia tuvo su culminación en la fiesta de san Juan ante portam latinam (6 de mayo) de 1626, cuando le pareció recibir la comunión «de la divina mano de Cristo nuestro bien» (fº 24r). Varias veces menciona una «misericordia» muy personal, a tono con el clima litúrgico en que siem· pre se mueve: «En el instante que recibo en mis labios a su Majestad, es llevado mi espíritu de la fuerza de esta palabra: In unione spiritus tui; y con esto hace una pausa quietísima ... » (fº 37v, 43r, 102r). Durante el día se sentía muy unida al misterio eucarístico. Refiere el disgusto que tuvo un día que había hecho llevar ante el tabernáculo una rosa muy hermosa que cortó en la huerta; luego supo que la habían quitado de allí para regalarla a una persona. Lo interpretó como un rechazo del Sel)or, ya que se la había ofrecido -dice- «como recuerdo de mis deseos y entregas » (fº 52r). El «consistorio de los santos» A la vida litúrgica y sacramental sabía asociar una devoción multiforme, no precisamente porque su fe necesitase de semejante sostén, sino sobre todo c,Jn miras a la formación de las jóvenes y a la am· bientación espiritual de los mismos tiempos litúr– gicos. Poseía para ello una inventiva inagotable, siempre inspirada en el «pasto de la Escritura», co· mo ella se expresa (fº 85r). Era uso muy arraigado en las comunidades claus- 59

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