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nia vivunt venite adoremus (al Rey, páta quien todas las cosas viven, venid, adorémosle). 5 Todo su gozo era ver a la comunidad cantar con brío y fervor las alabanzas divinas. El 24 de julio de 1626, víspera de la fiesta de Santiago, se quedó arrobada en el momento en que todas las hermanas respondían al unísono Deo gratias (f 5 25r). Y nada llenaba su espíritu como el recitado de media noche. Para aficionar a las jóvenes a esta práctica, daba motivaciones originales, que dejó es– critas en su Práctica espiritual: «Siendo los maitines perpetuamente a las doce de la media noche, la cual hora la llama nuestra madre la Iglesia «sacratísima noche y hora», hora en la cual todas las cosas tienen sumo y profundo silencio: y así en ésta prin– cipia la fiel esposa de Cristo sus amorosas y tiernas entregas, dádivas y ofrecimientos de sí misma, aunque mínimos, para un Dios de amor, el cual, siendo Dios, quiso hacerse 'hombre y nacer en tal hora, y celebrar desposorio con la naturaleza humana... ; hora en la cual nació y tiernísimamente Uoró, y llora este enamora– do iDios ... ; hora en la cual, siendo media noche, se hizo un clamor de desposorios divinos (M t 25,6). ¡Esposas de Cristo, atención! Salid a re– cibir al divino amante con lámparas encendi– das en las manos y aceite de reserva para irl.1s continuamente cebando .. . » (f 0 248r). Esta espiritualidad explícitamente litúrgica, es tanto más de admirar en un tiempo, como el siglo XVII, que no se distinguió por su sentido comuni– tario de la piedad ni por la inspiración bíblica y li:úrgica del ejercicio de la contemplación. 5 Traslado, fº 6Sr. 57
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