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Señor con lugares particulares d~ ia Escritura, Evangelio y Cantares ... GozaBa tle gran paz y tranquilidad interior en el. cantar lo.s divinos oficios. Tenía mtichas inteligericiás de lo ,ji.te decían muchísimós lugares y vefs,os. Estas inte- 1igerlcias me servían como de Jázos que me tenían cdritinuamente asida con ,Dios y me des– pertaban a amarlo y serle agradecida. Con fodas estas mejoras que obraban en mí dichas inteligencias, j:ri.e mandó el padre Gar– cía no atendiese a ellas, y merios. a Íos efectos que me causaban, sino que at;eridiese a la pun– tualidad del coro. En .esi:o padecí mucho traba– jo; y cuanto más le decía riii pena, se oerraBa ¡:nás en no permitirme ninguna detención en inteligencia l;ilguna, ni aun decir ni cantar ver– sos fuera del coro; porque, pdr io mucho que gustaba. de. la lengua latina, rrie entretenía, éuando hacíá labor, en cantar algunos versos de alguna se1::uencia.. E.sta~ privación duró mucho tiempo» (f 0 198r, 247v, 277v-278r). No le bastaba con las lecttiras bíblicas distribuí· das en el breviario. Se propuso leer la Biblia entera, en latín, desde la primera página dei Génesis; pero también en esto le iba a la Iiiand ei vigilarlte corl· fesor (f° 240r). . . . . Dotada de gran creatividad en la piedad .perso– nal, no. se.c<;mtentaba con vivir gozosamente las _ho· ras del 6ficio divind, su fuerlte de cariterriplaciórl; sino que se servía de ingeniosos mét6dos para tener la atención eri Dids a ld largo de la jdriiada, sari· tificando cada acta. Durante dos añ'3s tuvo el cargb de sacristana y el de «correctora de coro», ya qué ninguna, atra. se hallaba mejor preparada para velar por 1a fidelip.ad a las rúbricas y la recta lectura de los textos lati· nos. Además, v· no obstante su corta ~dad, fue ele– gida sexta «discreta», es dedt, tina de ias ocho con· sejeras que prescribe la regla de santa Clara (fº 278r). 35

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