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pía edad-, muy galán, bello y hermoso, con rostro alegre y ojos apacibles; su rostro era blanco y su– rrobiado, el cabello rubio y algo crespo, los ojos grandes, alegres y hechos unas estrellas y turque– sas; su vestido tornasolado ... De lo que más quedó enamorada mi alm.a fue de sus hermosos ojos. Y así, desde entonces, siempre he quedado devota y apasionada de los ojos de Jesucristo». Al propio tiempo se sentía envuelta en la mirada llena de amor de su querido Salvador (fº 275v). Apenas concluído el año canónico de prueba, el 8 de septiembre de 1609, emitió la profesión, como religiosa «de velo negro», en manos de sor Catalina de Lara, que había sucedido a la fundadora como abadesa por elección capitular de 7 de enero de aquel afio 3 • « Profesé con sumo gusto y grandes resoluciones de ser santa y alma de oración -escribe-; dába– me a ella con muchas veras y con las propias a la mortificación interior y exterior, y a muohas peni– tencias» ('fº 2v). Siempre recordará con nostalgia aquellos años de joven profesa -cuatro años en régimen de no– viciado-, en que vivió de continuo en un ansia de Dios incontenible, pudo darse sin trabas a la lectura y ejercitarse a sus anchas en actos de humildad y de mortificación ante la comunidad, gracias a la be– nevolencia de la nueva abadesa sor Victoria Fábre– gas, que lo era ,desde la partida de sor Catalina para la fundación de Valencia (octubre de 1609) y al es– tímulo que hallaba en su hermana sor Isabel, ahora vicaria y «maestra de .ióvenes». Con ella y con otras dos compañeras, sor María ' Copia del acta de profesión en el arohivo de las ca– puchinas de Murcia. 33
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