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si, en tales ocasiones, obro contra el mandato de vuestra señoría, suplico tenga gusto de en– señarme el cómo y de ,qué modo tengo de obrarlo, 'Porque no hallo poder en mí, porque decir y hacer lo hace Dios a la par, y si digo hace antes que dice, aseguraré 1a misma ver– dad» (f 0 174r). Poco más tarde volvía a exponer al confesor su dificultad: no lograba «unir, con espíritu, el espí– ritu de la vida contemplativa y la activa» (f° 176v). Era que, en realidad, se hacía en ella más intensa de día en día la atracción interior y la experiencia de la unión divina. En Navidad de 1649 se repitió la tensión del espíritu por la misma causa. En un momento de grandes anhelos de soledad, se quejó al Señor: -Mirad qué tal me tienen los cuidados, que no me dejan vivir ni sosegar en Vos. En aquel momento se halló «encerrada toda a fuero de leyes de espíritu, ignorada de todo punto de sí misma». Y se vio como una mata de tomillo, «muy copuda, llena de mucha flor blanca y menu– da», pero sola en el páramo. Le quedó «un deseo grande de soledad gozosa, de no ser conocida ni estimada de nadie» (fº 203r). 221