BCCCAP00000000000000000000446

Como las aguas seguían subiendo y presionando sobre las paredes, nada consistentes, de la iglesia, optaron por llevar el Santísimo a la sala de labor. Lo mismo fue salir las hermanas del coro que des· plomarse éste estrepitosamente. Con razón atribu– yeron a milagro haber escapado con vida. Viendo que también el nuevo refugio era inseguro, fueron a guarecerse, siempre con el copón llevado proce– sionalmente, en otro aposento encima de la iglesia. Por fin optaron por sumir las especies sacramenta· les y abandonar la clausura, ya que el edificio no ofrecía seguridad. Acababa de ceder a la fuerza de la corriente up lienzo de la tapia, que caía frente por frente de la puerta de los carros del Colegio de San Esteban, de la Compañía de Jesús, edificio que no corría riesgo por su sólida construcción. Sor María Angela fue la primera en lanzarse a través de la corriente, seguida de todas las hermanas, vestidas de sus há– bitos. El agua les llegaba hasta los hombros y lo hubieran pasado mal de no haberse percatado los ,iesuítas del trance de las capuchinas, viniendo pron– tamente en su socorro. Una de ellas, sor Juana Ma– ría Minges, desapareció · bajo las aguas, pero pudo ponerse a salvo. La abadesa, por ser baja de esta– tura, anduvo mal para mantener la cabeza en la superficie. Estaban aún en el zaguán del Colegio, cuando oyeron el estruendo de la iglesia de su con· vento, que se vino abajo, perdiéndose cuanto había en ella y en la sacristía 7 • Los jesuítas de San Esteban fueron en aquella coyuntura verdadera personificación de la provi– dencia de Dios. No contentos con darles alojamiento inmediato en la casa, les cedieron generosamente 1 Escritos, fº 218r; Traslado, fº 59•r; .I. ZEVALLOS, Vida, 199-204. 205

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz