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le impedía cruzar el espacio que la separaba del amado Niño 5 • Los anales de Murcia registran inundaciones de· sastrosas en el curso de los siglos, pero ninguna dejó un recuerdo tan triste como la del 14 de octu– bre de 1651, llamada «la de san Calixto». Desde la media noche comenzó a crecer el río Segura; a ·las ocho de la mañana se había ya desbordado por toda la huerta, «un campo de más de cinco leguas de moreras», anota una relación del suceso; luego las aguas se lanzaron impetuosamente sobre la po· blación derribando todos los obstáculos. No sólo se vinieron abajo las casas populares de adobe, sino aun buen número de conventos e iglesias. En total quedaron arrasados más de doscientos edificios. Los muertos pasaron de dos mil 6 • El convento de las capuchinas se hallaba en la parte más elevada del casco urbano, pero de nada sirvió. Muy pronto vieron que el agua iba llenando la iglesia y todas las dependencias de 1a planta baja. Por primera medida, las religiosas trasladaron el Santísimo al coro alto, y ante él permanecieron en oración confiada. La abadesa las tranquilizaba ase– gurándoles que ninguna perecería; así se lo había hecho entender el Señor. 5 L. l. ZEVALLOS, Vida, 199s. Es el motivo más reprodu– cido en la iconografía de la sierva de Dios. Las capuchinas de Murcia poseen un hermoso cuadro al óleo que represen' ta la visión. Existen también reproducciones en grabado, de 1745, una en el archivo de las capuchinas de Murcia y otra en el de los capuchinos de Sarriá. Véase ANDREU DE PALMA DE MALLORCA, Iconografía caputxina de Catalunya i Mallorca, Barcelona 1923, p. 45, n.º 53. • Avenida grande en Murcia y relación copiosa de las muertes y daños de su inundación. Carta de un religioso capuchino... Sevilla 1651. Publicada por A. PÉREZ GóMEZ, Datos bibliográficos sobre inundaciones en Murcia; en Murgetana 11 (1958) 75-83. 204

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