BCCCAP00000000000000000000446

Tampoco falta en esta etapa la parte antipática del demonio, perpetuo remedador de las obras de Dios, atento siempre a impedir el bien de las almas privilegiadas. En 1649 la hizo caer por una escalera dejándola malparada (fº 80v). Varias veces trató de estorbarle que cumpliera la obediencia escri– biendo sus relaciones para el confesor (fº 74v). Y, como veía María Angela que las hermanas co– rrían peligro de dejarse contagiar del miedo a los fantasmas infernales, achaque nada raro entonces en las comunidades claustrales, recurría a métodos burlescos, que cuando menos servían para restar importancia al caso: «Hacía algunas figuras de pa– pel, que representaban en forma horrible al enemi– go universal de las almas, las cuales arrastraba y quemaba con particulares menosprecios. Con ello quedaba aliviada y como victoriosa, y las religiosas libres de temor», declara una de éstas 12 • En parte porque la edad no lo aconsejaba ni el confesor se lo permitía, pero también debido al pro– ceso mismo de interiorización espiritual, en Murcia dejó de lado todas las penitencias corporales, que tanto la engolosinaban en los años jóvenes 13 • Sólo continuó practicando algunos actos de humillación ante la comunidad. 12 Traslado, fº 10v. u Declaración de sor Juana María Mínguez: Traslado, fº 112v. 195

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz