BCCCAP00000000000000000000446
poco en el cielo, sí sólo a vista de él, con una continua ansia de cuándo me veré allá. ¡Ay, Señor, y cómo se me alarga mi destierro!» (f 0 77v-78r). Habla de las gracias de unión con un lenguaje de singular expresividad: es un «perderse en Dios», un sumergirse en Él «como el pez en el agua» (fº 2l5r), un «tiento» o pregustación de la posesión eterna ... El 26 de abril de 1649, en la oración de la tarde, probó a meditar en la humanidad de Cristo, por ate– nerse al mandato del confesor,; pero, en un momen– to, se sintió como arrebatada y engolfada en la con– templación del ser de Dios, eterno y sin principio; se halló «metida en el mismo Dios» y percibió una voz en el fondo del alma: - ¡ Esto es ser Dios! «Llenóse mi alma -prosigue- de grande gran– diosidad, experimenté extraordinaria grandeza de alma, como si de muy pequeña hubiera crecido mu– chísimo. Digo esto a mi modo de hablar. Estando de este modo, en unos hondos y profundidades ín– timas, me dijo su Majestad intelectualmente: -Ningún alma de,iará .de tener oración, si ocupa sus potencias en los artículos y misterios de la fe. Quedóme una gran seguridad de mi camino in– terior, por donde ha sido su Majestad servido lle– varme hasta ahora» (fº 194r). A lo que parece, don Alejo, buen conocedor de santa Teresa, se fundaba en la doctrina de ésta sobre el peligro que supone, para los contemplativos, de– jar de lado la Humanidad de Cristo 8 • María Angela, como lo vamos viendo, estaba muy 8 Vicla, 22, l-9; 23, 17; 24,2; Moradas, VI, 7. 189
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz