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«Tientos» de la unión eterna El «sentido espiritual» de María Angela va ere· ciendo ahora en «sutileza», para usar su propia expresión, y en hondura. Cualquier circunstancia ex· terna -el canto de una avecilla, unos compases de música, una letrilla devota, pero, sobre todo, un lugar de la sagrada Escritura o una verdad de fe-, es un reclamo que la hace sentir «novedad interior y alientos divinos»; «el corazón, dentro de mi pe· c:ho -dice- se subtiliza que parece que se pone en pie, ligerísimo, como si tuviera alas para volar a su libertad» (fº 77r). Ha dejado una página espléndida refiriendo có· mo vivió la fiesta de la santísima Trinidad del año 1651. Veamos algunas expresiones: 188 «Cogió su Majestad divina todo mi interior, con tal temple y suavidad y tranquilidad, como si nunca hubiera pecado actualmente y como si permaneciera en mi alma la inocencia bau– tismal... Estando de este modo algunas horas, hizo su Majestad una nueva atracción de mi espíritu para sí, que quedé su cautiva, amán– dole mi voluntad, no por actos ni por industria suya, sino como por inclinación infusa, por particular don de su Majestad divina y como si Él solo reinara. Mi alma ignoraba el modo, pero era por la fuerza de la atracción divina , en la cual sólo se complacía. ¡Oh, qué hallada y gus– tosa se halló mi alma, y qué de bienes la llena– ron y qué deleite recibió de su Majestad! ... Bañábase mi alma de los rayos de esta divina y eterna bondad, y no cabía en sí... Fue como darme una nueva alma, y ésta muy entendida y capaz de las grandezas de Dios ... En el aire parece vivo, porque ni bien vivo en la tierra, si se me sufre decirlo así, ni tam-
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