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alma con Él, pero no digo bien, sino que se une su Majestad con mi alma. Y en esta unión parece tiene mi espíritu unas anchezas y profundidades en Dios gran– des y profundas; y ella, en ellas, parece ser que crece y se hace grande y capaz, y apercibe por los efectos una grandiosidad incomprensi– ble, una cercanidad a Dios con sumo lleno, y cuanto más lleno más vacío: una inclinación, como pasión de la misma alma, codiciando un dichoso precipicio y abismamiento en el ser di– vino, como los peces .del mar en lo secreto de las aguas. Yo no sé. más declararme» (f 0 176r). El 18 de mayo de 1650 tuvo una experiencia ulte– rior de ese vacío, que acrecienta la capacidad del espíritu. Se sintió atraída y cogida por Dios con tal fuerza, que experimentó total desnudez de sí misma y de todo lo creado, aun de los afectos interiores. «Estaba mi alma -dice- ocupada en amar y esti– mar tan dichosa libertad; en esto me dijo su Ma– jestad en lo más íntimo de mi alma: -Esto es total vacío de ti misma. Y en un instante experimenté un vacío en todo mi interior grandísimo. ¡Válesme Dios Señor! , y ¡qué grandeza de gracia y favor fue ésta! En rrii vida me acuerdo haberme hecho su Majestad esta merced con tanta claridad y conocimiento experi– mental mío, porque fue, a mi modo de hablar, como cuando se hunde un edificio hecho en falso, que sólo quedan las paredes por los lados. Con este fa– vor experimental he quedado muy bien entendida qué cosa sea vacío interior del espíritu» (fº 208r). Con frecuencia pasaba la noche entera «en su– bida contemplación», como ella misma lo anota en 1649 (fº 198r). Las declaraciones de las hermanas confirman ese hábito de contemplación en forma progresiva durante la última etapa de su vida. 187

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