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todo el día, que mi vivir era un sueño. Mi vida y sentido todo fue con mi Esposo azotado, y renovan· do mi matrimonio de sangre. Quedé agradecida, ad· mirada, humilde, mansa y con menosprecio de mí misma» (fº 154r). Seguía renovando sus «capitulaciones de esposa de sangre» (fº 201r) y gustaba de reafirmarse en ellas con una expresión peculiar: -Esposo mío: ¡lo dicho, dicho, y lo hecho, he· cho! Cf° 205v). No era sólo la meditación de la pasión la que la invitaba a compartir las penas del Esposo divino, sino que le sucedía lo mismo con otros hechos de su vida. Así el 28 de diciembre de 1645, fiesta de los santos Inocentes, al escuchar en el evangelio la orden de Herodes, «experimenté -dice- una con· moción grande en mi espíritu por mi desterrado perseguido Niño, como si a mí se me hubiera man· dado lo propio que al glorioso san José ... En la comunión, estando para recibir la santísima hostia, me dijo su Maiestad: -En ti me entro desterrado, y seas mi Egipto. Al instante experimenté su asistencia y la de su santísima Madre y del glorioso san José en el ínti– mo de mi alma... Me vi f!,itana dichosa 7 , pero apesa– rada en extremo, viendo que al fin como a tal estaba mi Dios niño desterrado y no estaba como en casa de sierva suya; lloré en el íntimo el no serlo, sino huéspeda gitana, llena de mil jebuseos e ídolos ... Los efectos fueron: conocimiento propio, humildad, estimación de tan gran favor hecho a mí, su gita– na» (fº 157v). ' Sabido es el origen del término gitano, con el que en España se designó a la raza errante, por creer infundada– mente que procedía de Egipto. Es sinónimo de «egipcio». 184
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