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una compilación de Motetes y aforismos místicos, sacados de las obras de la reformadora del Carme· lo 1 • Se trata sólo de expresiones y resonancias; la experiencia espiritual de nuestra contemplativa es muy diferente de la de santa Teresa. A la muerte del inquisidor (1656), obtuvo como confesor al _iesuíta Antonio de Aguiar, rector del colegio de la Compañía, con licencia excepcional del provincial, dada la norma de los hijos de san lgna· cio de no ser confesores ordinarios de religiosas. Lo fue de toda la comunidad de 1657 a 1660. También aparece como «maestro de espíritu» de las capuchinas el canónigo don Francisco Verdín y Molina, que en 1663 era visitador de los conventos de monjas; al año siguiente fue preconizado obis· po de Guadalajara en Nueva España. Y sabemos, asimismo, de un capuchino nombrado «padre es– piritual» por el obispo diocesano, fray Jerónimo de Teruel, guardián del convento de Murcia; lo era en 1668, al tiempo del proceso informativo, no se sabe desde qué fecha 2 • Debió de ser en forma asi· mismo excepcional, ya que los capuchinos seguían ateniéndose rigurosamente a la prohibición de ocu– parse de monjas. María Angela se sintió siempre unida a los hermanos de la primera Orden, si bien, como ya vimos, recelaba de sus posibles intromisio– nes en punto a interpretación de la Regla y al estilo de vida de las capuchinas. 1 Motetes celestiales y aforismos místicos sacados de las obras de santa Teresa de Jesús. Murcia, Viuda de Juan Fernández de Fuentes, 1650. 308 folios. Reed. Murcia, Mel– chor García, 1947. 2 Traslado, fº 46r, S0v, 169r. 178
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