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«Un día del mes de junio, víspera de Cor– pus, estando en el coro, levanté los ojos a mi– rar una imagen del paso del Beco Horno, y le dije afligida, y cuidadosa de mis aciertos en el oficio de prelada: -Señor mío, transformad mi corazón con el vuestro. Y al instante volví a bajar los ojos. Y vi en el aire una luz como de una estrella, grande como la palma de mi mano, en forma de co– razón. Alentó esta visión el mío y puse mi esperanza muy segura en mi divino Señor.. . » (f 0 210r). Y el 10 de enero de 1651: «Padeciendo en mi interior, por causa de mi oficio de prelada, levanté .mi corazón y mis ojos al cielo, porque estaba en la puerta de la huerta, y los puse fijos en mirar un pedazo de cielo que lo cubría una nube parda: mi– rándola con gran sosiego, experimenté un pron– to consuelo y total mudanza interior... Estaba su Majestad escondido en aquella nube parda y oscura, figura de lo que pasaba en mi inte– rior. Quedé animosa y esforzada para el sufri– miento, y la nube se convirtió en ag;ua de amor, agradecimiento y humildad» (f 0 81v). 175