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chos más comprobados en el proceso fue la multi– plicación del pan un día de 1659, en que la «refi– tolera» sor María Raimunda se halló, a la hora de la cena, con que no había panecillos sino para la tercera parte de las 36 religiosas que componían la comunidad. La sencilla hermana se fue con el ces– tillo del pan a la superiora y le dijo: ----Madre mía, aquí viene esta refitolera con muy poco pan, como la que llegó con la misma necesi– dad a nuestra madre santa Clara 6 • Yo traigo fe y espero que ha de haber harto para todas. Vuestra Reverencia le eche la bendición. Sor María Angela, sonriendo, bendijo los pane– cillos, y dijo a la hermana: -Anda, hija: Dios nos cumpla de su gracia. Sor María Raimunda dio el asunto por solucio– nado. Volvió al refectorio, fue colocando en cada servilleta la ración normal de pan, y halló que lle– gaba sobradamente para todas. Acabada la cena y levantadas las mesas, «se fue a la venerable madre, que estaba leyendo en un libro y, discurriendo cómo decirle el milagroso su– ceso, porque no oía bien a quien le dijese cosas que fuesen de alguna alabanza suya, le dijo con toda brevedad: -Madre, harto pan hubo, gracias a Dios. Ella volvió de su libro con mucha serenidad, y dijo: -Bendito sea nuestro Señor- y volvió a leer en su libro». 6 En situación parecida, santa Clara había ordenado a sor Cecilia, la refitolera de San Damián, que hiciera cin– cuenta tajadas de pan del medio que quedaba (Proceso de S. Clara, VI, 16). 170

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