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suelos, cansadísimas por extremo. Quiso Dios ama– neciera. Luego fuimos a la iglesia y nos reconcilia– mos con el confesor que traíamos. Dijo misa y nos comulgamos. Visitamos una imagen de Nuestra Se– ñora (de Loreto). Y al salir de la iglesia para cami– nar nuestra jornada, haHamos al padre guardián y su comunidad, que nos saludaron y dieron los bue– nos días. Y, sin desayunar nadie ni darnos sino el vaso de agua de la purificación, nos pusimos a ca– minar, dando Dios nuestro Señor ánimo para todo. Sea Él glorificado por todo». En Orihuela pasaron otra nodhe en vela por cau– sa del «estruendo de gatos, perros y vocería confu– sa, que parecía andaban ejércitos de demonios por el aire, empeñados en estorbar la fundación». El 28 de junio por la mañana llegaban a Espi– nardo, distante de Murcia un cuarto de legua. Allí las esperaba, impaciente, el bueno de don Alejo, que entonó con ellas un himno de gracias al Señor. Por la tarde fueron llegando a visitarlas personajes ecle– siásticos y seglares de toda categoría. Doña María de la Concepción Guzmán, esposa del corregidor don Diego de Argote, que llegó acompañada de otras nobles damas, quiso tener el honor de hospedarlas aquella noohe en su propia casa; y las agasajó con esplendidez. Al día siguiente, festividad de san Pedro, a las cinco de la tarde, salió de la parroquia de san Bar– tolomé una brillante procesión «de lo más lustroso y noble de la ciudad» -dice un testigo presencial. 9 El deán llevaba el Santísimo; detrás del palio iban las cinco capuchinas en fila, cada una amadrinada por dos damas de la nobleza; las calles del trayecto estaban «colgadas y entoldadas como en la fiesta 9 N. TORRECILLA, o. c., fº 14v. 163

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