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tillo de Monzón; en marzo de 1644 caía Lérida. Frari• cía tenía bastante con sus problemas internos. Pero la situación se prolongaría hasta la capitulación de Barcelona en 1652. Y también en aquellas fechas , se le :::-eprodujeron las angustias de diez años qntes, especialmente en ocasión de las procesiones de ro– gativas organizadas en Murcia (fº 241v). A sor María Angela no le resultaba la visión teo– lógica de los acontecimientos tan sencilla como a su conte:nporánea sor María de Jesús de Agreda, que por ""quellos años mantenía una correspondencia secreta con Felipe IV. En sus respuestas al rey, ésta no se sale de su convicción de que todo es castigo de Dios y, por lo tanto, lo que urge es aplacar la justicia divina 1 • Nada de fanatismo, con todo, en su acendrado amor a la patria catalana. En un momento de gran· de expansión espiritual y de gozo rebosante, el 11 de a~osto de 1649, sintió le subía del fondo de su ser, una voz que le decía: - ¡Da gracias graciosas a Dios, española! « Y como el decir de Dios es obrar -pro– sigue-, me llenó el alma de tal agradecimien– to , que su fuerza me privaba de todo género de palabras ... , con un silencio hablador. No entendí por qué fui llamada española y, como a tal, se me mandaba diese gracias graciosas a su Ma_iestad .. . Los efectos fueron: agradeci– miento, hilaridad interior y una libertad gran– de, una admiración no pequeña del nuevo nom– bre de española» (f 0 197v-198r). ' '::artas de la ven. Madre sor María de Jesús de A1;reda y de Felipe IV. Ed. F. Silvela, 2 vols. Madrid 1885/86. La madre Agreda moría en 1665, el mismo año de la muerte de sor María Angela Astorch. 149
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